Érase una vez un mundo de negocios en donde la palabra “freelancer” era no solamente mal interpretada, sino que, para muchos empresarios, era vista como un tabú. Afortunadamente, la tecnología ha permitido que las empresas abarquen cada vez más espacio en términos regionales y geográficos, así como alcanzar un público mucho más amplio, permitiendo así un crecimiento exponencial.
Esto ha ido de la mano con la manera en la que los negocios operan. Y es que el abrir oficinas en cada país o región hacia el que se dirigen las empresas puede ser demasiado costoso; es ahí en donde la labor del freelance comenzó a tener aceptación.
El freelancer es un profesionista que realiza su trabajo de manera independiente, es decir, no está contratado de manera directa por una empresa, sino que puede firmar contratos por proyectos o periodos de tiempo. En la última década, el modelo de trabajo freelance ha crecido a pasos agigantados a nivel mundial, y ahora cada vez más empresas echan mano de profesionales alrededor del mundo para echar a andar sus negocios. De hecho, un estudio realizado por el INEGI reveló que los freelancers ocupan el 22% del trabajo en México.
Nichos como el marketing, diseño y comunicación han sido los más beneficiados con la explosión del trabajo freelance o la modalidad remota, pero no son los únicos. Incluso, áreas como el derecho, ingeniería, matemáticas y muchos otros rubros empresariales, han comenzado a identificar grandes oportunidades de negocios con los trabajadores independientes. Además, el estudio antes mencionado dió a conocer que México ocupa el cuarto lugar en Latinoamérica con mayor cantidad de freelancers, y que las empresas estadounidenses han elevado en un 50% la contratación de freelancers para llenar sus posiciones.
Entonces, llega el momento en el que las personas llegan a preguntarse si realmente la modalidad freelance es “tan buena como lo pintan”.
Por supuesto ser freelancer no es sencillo, especialmente al inicio, pues los trabajadores independientes tienen que demostrar que, verdaderamente, tienen las aptitudes necesarias para colaborar en proyectos, así como crear una reputación.
Cabe mencionar que al no estar contratado de manera directa con una empresa, las prestaciones son solamente un sueño para los freelancers, PERO… los beneficios pueden ser muchos, incluso más que los contras.
Un freelancer puede trabajar en más de un proyecto a la vez, lo cual le permite tener varias fuentes de ingreso. Además, puede trabajar para empresas de todo el mundo, lo cual significa que las posibilidades de éxito son realmente altas si logra posicionarse.
La mayoría de los proyectos freelance son remotos, por lo que los freelancers pueden trabajar desde donde sea. Adiós a las oficinas y hola a los días de trabajo en tu cafetería favorita o en una terraza frente a la playa. La modalidad freelance ha dado paso a los llamados “nómadas digitales” pero de eso ya hablaremos en otra ocasión.
Para cerrar el tema, elegir trabajar como freelancer es muchas veces más una necesidad que una elección. Lo cierto es que esta forma de trabajo tiene muchos beneficios como el ser tu propio jefe (no, no estamos intentando venderte un esquema piramidal), administrar tu tiempo, tener varios proyectos y, sobre todo, ser dueño de tu tiempo.
Como todo reto, el inicio puede ser un poco abrumador y parecer complicado, pero lo cierto es que cada vez más personas eligen esta forma de trabajo y, lo mejor de todo, es que cada vez más empresas también voltean hacia la modalidad freelance para reducir costos, pero también para tener entre sus filas a lo mejor de lo mejor en el mundo de los negocios.
Y tú, ¿ya estás listo para entrar al mundo freelance?